De todos los elementos del coche, las lunas son aquellos cuya importancia no percibimos hasta que se rompen. A fin de estar preparados para el siguiente “susto”, te contamos en qué consiste el cambio de lunas.
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Las lunas de un coche conforman ese aliado que nos protege de cualquier choque, de las adversidades de la naturaleza. Las que nos permiten seguir circulando hacia delante. Por ese motivo, damos por hecho que las lunas siempre estarán ahí. Hasta que sufren un percance y nos llevamos las manos a la cabeza sin saber qué hacer.
En primer lugar, cabe mencionar que a diferencia de otros aliados de un coche como las pastillas de freno o las ruedas, las lunas no cuentan con una “fecha de caducidad”. Su cambio solo es necesario cuando, en efecto, hemos sufrido un accidente o han quedado destruidas tras un acto de vandalismo.
En segundo lugar, no hay que menospreciar ninguno de los impactos que pueda sufrir la luna, existiendo roturas que van desde las más pequeñas (que apenas superan los 15 mm) hasta otras de mayor impacto.
Para todas ellas, tenemos una solución.
Puede que hayas atravesado con tu coche una tormenta de grava y, sin percatarte, las lunas de tu coche hayan sufrido pequeñas fisuras. Por suerte, este tipo de golpes pueden ser camuflados gracias a diferentes etiquetas adhesivas o incluso un tratamiento de luz ultravioleta.
En el caso de que la fisura sea mayor del tamaño de una nuez, por mencionar un ejemplo, deberemos proceder a un cambio de lunas completo. Trata de no optar por las “chapucillas” y acude a tu taller de confianza a fin de pedir una opinión y, llegado el caso, proceder al cambio.
Por últimos, quedan las dudas acerca del seguro. Pero, ¿cuentas con el correcto?
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